10 feb 2009

Por Cochinos


Siempre los tenedores libres chinos fueron atractivos por su bajo costo y por el hecho de poder comer como un africano al que se le pone un plato de ravioles ante sus ojos. Lo recuerdo bien porque de pendejo se solía ir mucho y resultaba divertido el ver tanta variedad de alimentos; pero sin embargo a medida que fui creciendo empecé a alejarme de ellos porque además el escenario que uno comienza a notar es igual de macabro que una tortura china (¿)

Esta bien, voy a admitirlo, nunca me banqué del todo a los chinos, es más, tuve una etapa en que los odiaba fuertemente, siempre me parecieron una poronga en realidad y muchas veces les desee males como pestes que los elimine de la faz de la tierra.

Nunca me gustaron sus artilugios poco duraderos y eso es de público conocimiento, siempre el joystick japones duraba más que el chino y lo mismo sucede con cualquier producto que ellos te vendan.
También uno a veces tiene cierta bronca porque se dice que no pagan impuestos o pagan muchos mas baratos aunque no se si es tan así, quizás el chino no lo pagaba pero también oí rumores de que el gobierno chino lo hacía, ósea que técnicamente cumplen y además ofrecen precios muchos mas economicos que terminan fundiendo al almacenero estafador de tu barrio; y aprovecho para decir esto, a favor de los chinos, que hay mucha hija de putez porque dicen que a veces apagan las heladeras de lácteos lo cual me parece una locura porque al cortarse la cadena de frío habría muchísima gente intoxicada.

Cuando les preguntas algo no te saben responder y te dicen incoherencias, cuando buscas cual o tal producto y a veces hablan entre ellos y da el aspecto que se están burlando de uno. Se me vino a la cabeza un episodio donde yo miré unas pastillas Halls y el oriental dice ¨tome tome tome, agale agale agale¨, ingenuamente creí que era un regalo por lo cual me estaba yendo sin pagar hasta que me freno y me dice ¨ no no no chincuenta chincuenta¨ -_- igual la pagó mi papá pero después no me quiso comprar un chocolate.

Mi amiguita Simona me convenció de volver a pisar un resto chino y después de idas y vueltas decidimos ir, total todo lo demás estaba hasta el culo de gente.
Nos recibió un chinito con una sonrisa de oreja a oreja preguntándonos ¨¿Cuántos CHON? ¨ A lo que respondimos cuatro y automáticamente nos miramos y nos empezamos a cagar de risa mientras unos inmigrantes miraban.

Nos sentamos en una mesa en un subsuelo húmedo con moscas rondando, rodeados de gente de medio pelo que seguramente sean esos turistas que cagan en el mar pero fue muy gracioso cuando el mozo que nos vino a atender no era más que un niño de cómo mucho 11 años, que tambien limpiaba, que tenía la virtud de ser humano no chino y quien le dije que quería una Coca pero me contestó que solo línea pepsi ¡lo sabía, pero por un segundo olvidé que era un resto chino!
Manteles con migas ajenas, individuales no mucho mas resistentes que un papel higiénico con sustancias secas grasientas de dudosa procedencia era lo que en nuestra mesa se encontraba.

Llegó el momento de ir a buscar comida y eso hice, por momentos me sentí caperucita roja caminando en un bosque lleno de fieras grasientas tratando de juntar una manzana que no esté podrida. Lo sé, acá entra un poco en juego lo psicológico y las cosas que uno delira antes de servirse un plato. Mi mente podrida imagina al puré amarillo como diarrea de china después de haber comido compota de durazno y me da la impresión de que la gente fea que está en el lugar re lame las cucharas y que lo que queda en los utencillos es saliva cumbiera o moco de un nenito de 6 años que se aventura en el mundo del tenedor libre. Pero no jodamos, son cientos de personas agarrando las cucharas con las manos, manos que por ahí anteriormente pasaron por una concha peruana (?) o del Tito que se rascó la verga; yo se que esto puede pasar en cualquier lugar pero teóricamente debería haber una control de higiene (donde apenas rozaste los pelos de tu cabeza con las manos te envían a lavártelas) en los cocineros o los que sirven la comida; sumado de que la gente habla mientras se sirve, quizás estornuda o pierde pelos. Además, muchas veces cuesta agarrar la comida y tus dedos terminan empapándose de una mezcolanza de verduras que no sabes que carajo son pero que emana un tufo vomitivo y calido. Esto pasa más que nada en la parte de los helados, donde la cuchara tiene más aspecto de haber sido lamida por alguien, donde los nudillos rozan el telgopor saborizado de frutilla o de chocolate que es igual de marrón que el dulce de leche.

Bien, ahora los invito a ponerse de bajo de mi piel por lo cual les pido que recreen esta imagen en su cabeza; quieren helado, se acercan a la heladera de mierda esa, ven cantidades de gente tratando de sacar dicho helado del pote haciendo fuerza como si hicieran una expedición en búsqueda de billuterí berreta, gente que haciendo fuerza tratando de buscar sus gustos preferidos por poco mete la cabeza piojosa dentro del cubo y luego tratan de despegarlo ayudándose con el platito húmedo lavado recientemente a las apuradas por el personal para satisfacer la demanda y luego que quien se sirve antes que vos te da con sus manos asquerosas la cuchara de aspecto baboso ¿hasta ahí estamos? Bueno, ahora imagínense que quien les da la cuchara ¡es un boliviano!! (Chiste, no me vayan al INADI)

Así que asquerosamente me dirijo a la parilla que promete un poco más y ahí es donde te encontrarás al parrillero pelotudo con su plato de mierda exigiendo propina y acá vale hacer un STOP ya que me es inevitable preguntarme ¿Por qué exigís propina? ¿Qué clase de servicio me estas dando? ¿Acaso pagar 22 mangos por persona no incluye tu laburo de parrilero donde solo tenes que agarrar un pedazo de carne y ponérmelo encima de un plato? Para colmo muchas veces te sirven un pedazo que dice ser jugoso pero la realidad es que por poco la vaca está viva.
Además mis queridos acompañantes se encargaron de hacerme la estadía menos amena cuando me dijeron ¨vimos una cucaracha, pero era chiquita y estaba en el piso¨ o lo cual sonreí y dije -haré de cuenta que no escuché eso o diciéndome cosas ¨ vimos a los cocineros y eran casi pibes chorros¨ o ¨este mantel tiene una especie de baba violeta¨

Últimamente pienso en dedicarme a la bromatología o algo similar porque fantaseo con hacer inspecciones estos tugurios y cerrarlos placenteramente mientras el chino se derrumba en lágrimas. Porque el único daño que pude provocarles fue hace varios años atrás que fue tomar del piso 5 pesos que obviamente eran de la caja y se les cayeron y por obvias razones no me dio un ataque de generosidad para devolvérselos, aunque creo que después me dio cierto cargo de conciencia imaginarme a la china sin dientes triste porque le faltaban cinco mangos.

Por eso seguiré eligiendo sitios como Mc Donalds o similares, donde un supervisor chanchoide lo controla todo. Donde no me entero si estoy ingiriendo abdomen de cucaracha, huevos de moscas o si el cocinero tetoncito se pasó mi doble cuarto de libra por el ogete o si ese sabor especial del pan pertenece a secreciones genitales del que arma las hamburguesas.

Supongo que mas de uno se debe estar preguntando ¿Para que mierda fuiste a ese restauran chino? Y la respuesta es simple: trato de no ser prejuicioso, de esta abierto a cosas nuevas, y de no discriminar y ser mejor persona y menos sorete, pero graciosamente terminan logrando todo lo contrario ¡Porque son coCHINOS!